lunes, 3 de octubre de 2011

Tema 0. Ejercicio 6 voluntario. Pseudociencia en la publicidad.


  • Pulseras que no dan equilibrio, sistemas de ‘brain training’ que no agilizan el cerebro, alimentos que creíamos casi medicinales y que podrían no ser tan saludables y un DVD que no hará a nuestros bebés más listos. El consumidor moderno se debate entre una necesidad casi de ‘creer’ en productos milagrosos y de ponerlos a prueba. Los reguladores han hecho recular a algunas campañas que prometían resultados sorprendentes.
                              
   Según las webs que venden esta “tecnología”, la base de las pulseras
   consiste en un “holograma que funciona a través de frecuencias que se
   encuentran en nuestro ambiente natural de las cuales ya conocemos de sus
   efectos positivos en el campo de energía del cuerpo“.

   ¿Qué significa esto? Algún distribuidor aclara un poco más, diciendo que
   “Power Balance es un holograma en el que se han incrustado frecuencias
   naturales halladas en la naturaleza“.


   ¿Estos señores de Power Balance saben qué es una frecuencia?. 
   Según ellos, parece que  la “frecuencia” es algún tipo de emisión
   beneficiosa, algo así como una “energía”, pero más moderna. 
   Algo que además se puede “incrustar” en un holograma, ahí es nada…
   Pues va a ser que no. La “frecuencia” no es ninguna emisión
   ultratecnológica. La frecuencia simplemente es una magnitud física, que 
   señala la tasa de repetición de un fenómeno en una unidad de tiempo. 
   Así, podemos decir que la frecuencia cardiaca de un humano sano es de 60 
   a 80 pulsaciones por minuto, que meteoritos de un metro de diámetro
   chocan contra la Tierra con una frecuencia de uno al año o que el motor de
   un vehículo se mueve a 4.000 revoluciones por minuto.
  • Hasta cierto punto, toda compra es un acto de fe. Sobre todo si el producto que se adquiere va acompañado de una marca que supuestamente le añade unos valores intangibles: juventud, belleza, salud...Sin embargo, la relación entre el cliente y la empresa a menudo acaba en desengaño. ¿Es culpa de un consumidor que, a pesar de toda la información que tiene a su alcance, sigue siendo fundamentalmente crédulo o de unas marcas no siempre honestas en sus prácticas publicitarias?
  • Recientemente, un estudio de la Universidad de Cambridge, realizado a partir de datos recogidos de más de  11.000 voluntarios  y publicado en la revista Nature, aseguraba que el Brain training no entrena en realidad el cerebro. Concluía que no hay una mejora generalizada. Otro desengaño para un consumidor que había visto cómo Nicole Kidman o Amparo Baró se restaban años mentales jugando con la consola.
                                                            

  • Hace una semanas, el popular Actimel, la estrella de los carritos de la compra españoles a pesar de su alto precio, dejaba de anunciarse como saludable, a la espera de que la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria se pronuncie al respecto.
  • Para FACUA, esto es la prueba de que Danone lleva años haciendo publicidad engañosa a costa del cuento de la salud. Para la marca, nada más lejos de la realidad. Su solicitud de permiso para anunciarse como saludable no se ha retirado, simplemente están a la espera de que la EFSA aclare sus nuevos criterios, explican. Y añaden que dos de sus productos, Danonino y Danacol, ya pasaron la prueba.
                                                    

  • Baby Einstein es una empresa que vende decenas de DVD, CD y materiales educativos que convierten a cualquier bebé en un Van Gogh, un Beethoven; según anuncia su publicidad. Disney, que se hizo con Baby Einstein en 2001, se comprometió el año pasado a devolver el dinero a todos aquellos consumidores que compraron sus productos en EE UU entre 2004 y 2009, mientras la compañía se anunció como educativa. Un estudio de Harvard demostró lo contrario. Esto acabó con la confianza de miles de padres.
  • En la página web aún permanece la publicidad engañosa (por la que Disney tiene que pagar a los consumidores), esto puede dar lugar a nuevos compradores que fiándose de esta información compren el producto pensando que les va ha ser beneficioso.
                                                                              
Por lo tanto llegamos a una conclusión: no nos podemos fiar de todo lo que nos dice la publicidad.
Aquí pongo algunas imágenes de otro tipo de publicidades engañosas:

               

         


    

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